Hay bodas que empiezan a tope y acaban todavía más arriba. Y luego está la de George y Rubén, que directamente fue un festival de emociones, risas y momentazos de esos que te dejan con agujetas en la cara de tanto sonreír.
El escenario: Finca Los Prados, en Albacete. Naturaleza, rincones mágicos y una luz que parecía hecha a medida para ellos. Vamos, que el sitio estaba diciendo “traed una cámara y contad algo grande aquí”.
La ceremonia: verdad sin filtros
Nada de guiones ni de protocolos de manual. Lo de George y Rubén fue una ceremonia con alma: miradas que lo decían todo, palabras que se clavaban y amigos y familia que lo vivieron con la piel de gallina. Nosotros solo teníamos que estar atentos para no perder ni un segundo… y creedme, no sobró ni uno.



El momentazo golden hour 🌅
Si hay algo que nos vuelve locos, es esa luz de tarde que parece pintada con pincel fino. Y allí estaba, esperando para regalarnos una sesión de pareja brutal. George y Rubén, relajados, cómplices y con esa energía que hace que las fotos no sean fotos… sino recuerdos que te devuelven el olor, el sonido y hasta los nervios de ese día.
Fiesta con mayúsculas 💃
Después, como no podía ser de otra manera, llegó la parte que todos esperaban: comer, brindar y bailar como si no hubiera mañana. Hubo de todo: risas a carcajadas, abrazos interminables y una pista que ardió hasta que la noche dijo basta (aunque dudo que alguien quisiera parar).
Lo mejor: ellos ❤️
Sí, el sitio era precioso y la luz nos regaló magia, pero lo que hizo que todo fuera brutal fue cómo son George y Rubén. Cercanos, naturales, de los que confían y se dejan llevar, y eso se nota en cada foto y en cada vídeo.
Al final, más que un reportaje, lo que tenemos entre manos es un recuerdo que vibra con la misma intensidad con la que se vivió.





